Pues amigos, el lunes dejo al pitufo en S.O. para la revisión de los 20.000, que he cubierto en ocho meses.
Sobre las impresiones de conducción me ratifico punto por punto en lo que comenté al poco de comprarlo. En ese aspecto el paso de los kilómetros no le ha afectado en absoluto. El coche no ha "críado" ruidos extraños, (casi) todo funciona correctamente y estoy contento con el coche.
Repaso las visitas que he tenido que hacer al taller. En el primer mes se aplicó el TSB del capó y se solucionó, y de momento la reparación no ha fallado. En ese misma visita me cambiaron un xenon que vibraba, y que siguió vibrando después, es decir, que no se solucionó y que espero que lo arreglen ahora. Estuvo el coche una semana en el taller esperando el faro.
Después, la historia de que le faltaba el fusible de las luces traseras, de lo que me di cuenta tras las amables palabras de la Guardia Civil de Tráfico cuando iba de viaje nocturno. En Mazda me dijeron que había sido un fallo en la revisión pre entrega y no volví a pisar ese taller (Motor Haraguás), que era donde había comprado el coche . La tercera visita fue para la reprogramación famosa, aunque no me había subido el aceite (4.000 km) y pese a que Mazda negase la existencia de la campaña y asegurase que sólo se reprogramaba a quienes les hubiera subido.
Después, todo tranquilo hasta que me petó el sensor de presión es escape, con la movida ya relatada por aquí.
Entre medias, compré la rueda de galleta (llanta por un lado y neumático por otro, porque en el taller no tenían previsión de recepción de neumáticos) y le hice un rayajo en la aleta trasera.
Todo ello puede parecer poco o mucho en función de varios factores, pero vamos, en todos los coches nuevos que he tenido los primeros meses siempre, indefectiblemente, ha habido que visitar el taller por diversos motivos. Con los coches usados nunca que me ha pasado. En todo caso, más que juzgar el coche creo que quien merece un reproche es, en general, la atención post venta de Mazda por la lentitud en el suministro de recambios y por la garrulez de algunos jefes de taller. Al que lo que ahora lo llevo, Pemóvil, me parece muy correcto y diligente. Satisfactorio.
El lunes, revisión, cruce de ruedas, reparar el asiento (se baja) y me han ofrecido aplicarme el TSB de los retrovisores, pero he dicho que no. Yo no noto apenas nada. Y también reparar el rayajo, que me servirá para ver qué tal funciona la aseguradora, Qualitas Auto, de la que no tengo referencias.
En resumen, y como balance, estoy contento con el coche pese al disgusto del sensor de presión, y creo que ha sido, al menos de momento, una buena compra. A ver qué tal los próximos 20.000...
Sobre las impresiones de conducción me ratifico punto por punto en lo que comenté al poco de comprarlo. En ese aspecto el paso de los kilómetros no le ha afectado en absoluto. El coche no ha "críado" ruidos extraños, (casi) todo funciona correctamente y estoy contento con el coche.
Repaso las visitas que he tenido que hacer al taller. En el primer mes se aplicó el TSB del capó y se solucionó, y de momento la reparación no ha fallado. En ese misma visita me cambiaron un xenon que vibraba, y que siguió vibrando después, es decir, que no se solucionó y que espero que lo arreglen ahora. Estuvo el coche una semana en el taller esperando el faro.
Después, la historia de que le faltaba el fusible de las luces traseras, de lo que me di cuenta tras las amables palabras de la Guardia Civil de Tráfico cuando iba de viaje nocturno. En Mazda me dijeron que había sido un fallo en la revisión pre entrega y no volví a pisar ese taller (Motor Haraguás), que era donde había comprado el coche . La tercera visita fue para la reprogramación famosa, aunque no me había subido el aceite (4.000 km) y pese a que Mazda negase la existencia de la campaña y asegurase que sólo se reprogramaba a quienes les hubiera subido.
Después, todo tranquilo hasta que me petó el sensor de presión es escape, con la movida ya relatada por aquí.
Entre medias, compré la rueda de galleta (llanta por un lado y neumático por otro, porque en el taller no tenían previsión de recepción de neumáticos) y le hice un rayajo en la aleta trasera.
Todo ello puede parecer poco o mucho en función de varios factores, pero vamos, en todos los coches nuevos que he tenido los primeros meses siempre, indefectiblemente, ha habido que visitar el taller por diversos motivos. Con los coches usados nunca que me ha pasado. En todo caso, más que juzgar el coche creo que quien merece un reproche es, en general, la atención post venta de Mazda por la lentitud en el suministro de recambios y por la garrulez de algunos jefes de taller. Al que lo que ahora lo llevo, Pemóvil, me parece muy correcto y diligente. Satisfactorio.
El lunes, revisión, cruce de ruedas, reparar el asiento (se baja) y me han ofrecido aplicarme el TSB de los retrovisores, pero he dicho que no. Yo no noto apenas nada. Y también reparar el rayajo, que me servirá para ver qué tal funciona la aseguradora, Qualitas Auto, de la que no tengo referencias.
En resumen, y como balance, estoy contento con el coche pese al disgusto del sensor de presión, y creo que ha sido, al menos de momento, una buena compra. A ver qué tal los próximos 20.000...
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