Vicente
Forero Activo
- Motor
- 2.2d 150 CV
- Versión
- 2WD Style Aut.
- Color
- Black Mica
Según informa el ADAC, un fallo judicial del tribunal superior de Stuttgart le ha dado la razón al propietario de un coche diésel que acabó hasta los mismísimos del filtro antipartículas de su auto.
El problema tenía su origen en el uso al que estaba destinado el automóvil: al ser empleado exclusivamente para recorridos cortos, el filtro antipartículas no alcanzaba la temperatura mínima para realizar el ciclo de limpieza (los expertos en marketing lo llaman “ciclo de regeneración”, aunque básicamente consiste en quemar los restos acumulados) de las partículas retenidas.
El filtro acababa obstruido, y la electrónica sólo permitía al motor funcionar en el programa de avería.
Tras verse obligado a acudir al taller oficial en 14 ocasiones, el cliente solicitó la devolución del dinero. Ante la negativa del vendedor, el asunto acabó en manos de los tribunales que, de momento, le han dado la razón al demandante.
El manual del propietario explica el funcionamiento del fitro FAP, y especifica le necesidad de sacar, de vez en cuando, a pasear al coche por la autovía a ritmo “ligero” para que el filtro reciba el calentón necesario para limpiarse. Puesto que el propietario admitía no haber realizado estas sesiones de “conducción deportiva”, el fabricante declinaba toda responsabilidad.
Sin embargo, el tribunal decidió darle la razón al demandante al considerar que el coche no es apto para un uso normal. A pesar de que la tecnología empleada corresponde al estado actual de la técnica, no hay duda de que un coche diésel tiene que poder emplearse en trayectos cortos sin que sufra problemas. Un comprador medianamente informado no tiene porqué dar por sentado que un coche de estas características tendrá limitaciones técnicas que le impidan funcionar correctamente en una utilización básicamente urbana.
Si el cliente no es avisado antes de la firma del contrato de las dificultades que puede sufrir un coche diésel equipado con filtro antipartículas para llevar una “vida tranquila de trayectos cortos”, el vendedor no puede alegar que esa información figura en el manual del propietario.
Fundamentalmente, porque el futuro propietario recibe el mencionado manual en el momento de la entrega del vehículo. En ese punto, el contrato de compraventa se ha ejecutado, y el cliente ya no tiene opción de echarse atrás y renunciar a la adquisición del vehículo.
El problema tenía su origen en el uso al que estaba destinado el automóvil: al ser empleado exclusivamente para recorridos cortos, el filtro antipartículas no alcanzaba la temperatura mínima para realizar el ciclo de limpieza (los expertos en marketing lo llaman “ciclo de regeneración”, aunque básicamente consiste en quemar los restos acumulados) de las partículas retenidas.
El filtro acababa obstruido, y la electrónica sólo permitía al motor funcionar en el programa de avería.
Tras verse obligado a acudir al taller oficial en 14 ocasiones, el cliente solicitó la devolución del dinero. Ante la negativa del vendedor, el asunto acabó en manos de los tribunales que, de momento, le han dado la razón al demandante.
El manual del propietario explica el funcionamiento del fitro FAP, y especifica le necesidad de sacar, de vez en cuando, a pasear al coche por la autovía a ritmo “ligero” para que el filtro reciba el calentón necesario para limpiarse. Puesto que el propietario admitía no haber realizado estas sesiones de “conducción deportiva”, el fabricante declinaba toda responsabilidad.
Sin embargo, el tribunal decidió darle la razón al demandante al considerar que el coche no es apto para un uso normal. A pesar de que la tecnología empleada corresponde al estado actual de la técnica, no hay duda de que un coche diésel tiene que poder emplearse en trayectos cortos sin que sufra problemas. Un comprador medianamente informado no tiene porqué dar por sentado que un coche de estas características tendrá limitaciones técnicas que le impidan funcionar correctamente en una utilización básicamente urbana.
Si el cliente no es avisado antes de la firma del contrato de las dificultades que puede sufrir un coche diésel equipado con filtro antipartículas para llevar una “vida tranquila de trayectos cortos”, el vendedor no puede alegar que esa información figura en el manual del propietario.
Fundamentalmente, porque el futuro propietario recibe el mencionado manual en el momento de la entrega del vehículo. En ese punto, el contrato de compraventa se ha ejecutado, y el cliente ya no tiene opción de echarse atrás y renunciar a la adquisición del vehículo.