Parece que han cambiado mas cosas con el nuevo modelo: (asientos, instrumentacion, insonorizacion, suspensiones, monocasco)
Lo primera diferencia que salta a la vista es la nueva coraza frontal, con un diseño más elegante y agresivo a la vez, en la que los marcos cromados se prolongan hasta los nuevos faros (disponibles con sistema LED inteligente) y dentro de ellos, logrando que el nuevo parezca más ancho. El paragolpes también cambia con unas entradas de aire de mayores dimensiones en las que se integran los nuevos antiniebla -también con tecnología LED- de dimensiones más compactas.
En la vista trasera los únicos cambios visibles son la nueva antena tipo aleta de tiburón y los grupos ópticos, que ahora pasan a ser LED y cambian el diseño de su forma de luz y que logran que nos vean antes y mejor.
Pocos cambios en la imagen lateral, con unas llantas opcionales de 19 pulgadas de nuevo diseño, muy atractivas, pero que dinámicamente no aportan ninguna ventaja, al contrario. Otro detalle que cambia son los espejos retrovisores, que ven reducido su tamaño obedeciendo a las críticas de los usuarios para reducir sus vibraciones, aún así siguen siendo generosos y la visibilidad más que correcta.
También en el interior los cambios introducidos se notan más que se ven. Lo más llamativo es el nuevo acabado de la consola central, en la que desaparece la palanca del freno de estacionamiento, que ahora es de accionamiento eléctrico, para dejar más espacio a los mandos de control del sistema multimedia de Mazda MZD Connect, que dispone de una generosa pantalla táctil de 7 pulgadas.
Los asientos cambian ligeramente el mullido para lograr un mayor confort y sujetar mejor el cuerpo, lo que contribuye a proporcionar una mejor postura de conducción.
Otro detalle que cambia es el diseño de la instrumentación, con un nuevo formato del aforador de combustible más fácilmente legible en lugar del anterior con barras horizontales, poco intuitivo, un detalle que también demuestra que en Mazda han escuchado a sus clientes.
El resto de mejoras en el interior están encaminadas a proporcionar un mayor agrado de utilización, añadiendo más material insonorizante para reducir el ruido que llega a los oídos de los pasajeros, tanto de rodadura como mecánico. Para lograrlo, se ha aumentado el espesor de la manta acústica en el suelo, vano motor, paneles de puerta y el grosor de los cristales laterales y traseros, ahora 0,5 mm más gruesos.
En el caso de la unidad que tuve ocasión de probar ( la 2.2 diésel de 175 CV con cambio automático), me ha parecido poco rumorosa y que los cambios llevados a cabo en esta materia son eficaces.
Las plazas traseras tienen un espacio normal dentro de la categoría, siendo algo estrechas para 3 pasajeros pero muy confortables si dejamos libre la plaza central.
El maletero no varía y sigue siendo amplio, de formas regulares y muy versátil gracias al suelo plano que dejan los respaldos traseros si los abatimos para ampliar el espacio de carga.
Con todo esto, lo cierto es que el interior del nuevo CX-5 resulta mucho más acogedor y proporciona una sensación de mayor calidad que en el modelo hasta ahora disponible.
Los responsables de la marca han llevado a cabo una profunda revisión de los trenes de rodadura del Mazda CX-5 para lograr un tacto más fino y, aunque la toma de contacto ha sido breve, me gusta el resultado logrado. Se ha modificado tanto el tarado de los muelles y amortiguadores como el dimensionado de los elementos elásticos de la suspensión. El resultado es un rodar mucho más agradable y mejor aislado que contribuye a esa sensación de ir conduciendo un coche de categoría.
Para evitar que tanto el aumento en materiales insonorizantes como en equipamiento hayan disparado el peso en la báscula (sorprende que el nuevo CX-5 sea sólo 15 kg más pesado que el anterior), se ha empleado un 20% más de acero de alta resiliencia en el monocasco del coche, algo que también contribuye a tener esa sensación de aplomo, pues la rigidez estructural del conjunto también ha aumentado.